
El semanario británico realiza un crudo análisis de la realidad chilena y las transformaciones socialistas que Michelle Bachelet está pretendiendo realizar en el país, bajo un absoluto desorden y graves contradicciones.
«Al igual que el resto de América del Sur, Chile se ha visto muy afectada por el final del auge de los commodities. Pero también ha ido más lejos que la mayoría de sus vecinos para adaptarse a un mundo más duro».
Con esa fase, comienza el reportaje «Control de daños en Chile» de la última edición del semanario The Economist, en donde enfatiza la política fiscal del país, que lo ha ayudado a destacar dentro del enfriamiento económico de la región, como la apreciación del peso en los últimos dos años, la tasa de interés «negativa en términos reales» y la baja deuda pública.
El prestigiado medio señala: «La caída del crecimiento y la inversión han hecho que Chile ya no sea «el modelo de la economía de América Latina».
«Los partidarios de Bachelet culpan al mundo exterior (…) Los críticos del Gobierno apuntan a la incertidumbre causada por el programa de reformas radicales. Hasta el momento la explicación del Gobierno es más plausible: las tasas de crecimiento en el mercado libre de Perú se han reducido a la mitad también. Pero cuanto más tiempo la desaceleración dura, más fuerte es el argumento de la oposición. Chile se enfrenta a un riesgo real de perder su camino, y de que la historia pueda atribuir la mayor parte de la culpa a Bachelet», analiza.
La Constitución
La consigna «realismo sin renuncia» que adoptó el Gobierno hace algunos meses es una frase «preocupantemente contradictoria»,señala The Economist.
El medio británico explica que este mandato significa que Bachelet no renunciará a su cargo ni a sus reformas, pero tampoco asumirá en su Gobierno la discusión del cambio de la Constitución, ya que el proyecto se discutirá en el Congreso a partir de 2018 cuando ella ya no esté en La Moneda.
The Economist asegura que Bachelet se equivocó en la forma de hacer las cosas, porque «lo que a los chilenos les importa más es la falta de igualdad de oportunidades y la movilidad social, la oportunidad de participar en el ‘modelo’ en vez de abolirlo, como ella ha coqueteado con hacerlo».
Todo indica según la publicación, que Chile dejó de ser, en este gobierno, un modelo internacional; dejó de ser un país creíble y confiable y, que somos gobernados por una Presidenta que a pesar de su baja popularidad y eficiencia, sigue intentando imponer sus reformas socialistas que han detenido al país.