Política Estilo Cau-Cau
En estos días, probablemente por asociación de ideas, me han vuelto a la memoria recuerdos de los primeros años en el colegio, veo nítidamente la imagen de ese compañero “medio quedado” al que los fanfarrones le quitaban las bolitas o le comían el sándwich de pan con huevo, ansiado alimento para el recreo largo y base para soportar la larga mañana de clases. Fuera de un refunfuño menor del afectado y la mirada indiferente del resto de sus compañeros, esta práctica se repetía sistemáticamente casi todos los días y en todos los cursos. Era una minoría matonesca que hacía de las suyas a vista y paciencia del resto de la comunidad estudiantil, tan mayoritaria como complaciente y sumisa.
Me pregunto si la comunidad nacional no está comportándose resignadamente de la misma forma cuando es testigo de cómo la Presidente Bachelet, con poco más que un 20% de aceptación y con un 80% de rechazo, en tan solo dos años, manejando su siniestra retro excavadora, no solo ha destruido los cimientos de un sistema que ha generado en el país estabilidad política, crecimiento económico y desarrollo social, sino que además se jacta de haber terminado la obra gruesa de un nueva institucionalidad izquierdista, igualitarista y estatista.
Con una ingeniería al mejor estilo de la empleada en la construcción del Puente Cau–Cau, el gobierno ha levantado una reforma tributaria que nadie entiende cómo funciona pero que en definitiva ha servido como el pilar base para apoyar la reforma educacional, de la que todo indica que no va a funcionar como se había prometido pero que deja peligrosamente instalada en el consiente colectivo nacional la idea de que la educación en nuestro país es gratuita. Remata esta obra gruesa del gobierno una maliciosa reforma laboral cuyo único logro es pavimentar un sindicalismo extremo que solo conseguirá frenar la inversión privada y polarizar la relación entre empleado y empleador.
Claramente el gobierno ha sido valiente para llevar adelante su programa con la mayoría del país en contra, sigue avanzando sin vacilar y, aún más, al ver la complacencia de los actores políticos y la ineficiencia del resto de las instituciones de la república para oponerse a esta destructiva obra (léase, iglesia, empresas, gremios, fuerzas armadas, organizaciones intermedias y más) imprime mayor profundidad a sus reforma e inicia un proceso para establecer una nueva institucionalidad política. Ahora, a través de cabildos sin ninguna representatividad se busca,por último, legitimar un nuevo orden institucional que pondrá la lápida a un futuro de libertad, orden y progreso.
Creo que se ha ido demasiado lejos y que ha llegado la hora de decir…. basta, antes de que sea tarde. Con preocupación escucho decir que no quedara más camino que… elegir el mal menor, en las futuras elecciones presidenciales, pues no hay liderazgos nacientes, es decir tendremos que volver al pasado…, no hay más futuro.
Negro panorama… que solo cambiará si se levantan voces para advertir que lo que se está construyendo no es lo que el país necesita y merece, y que es necesario iniciar acciones para manifestar la indignación que sentimos la gran mayoría descontenta: ya surgirán los lideres naturales, por ahora alentemos a esa mayoría silenciosa que ve con horror que esta situación no tiene arreglo…, algo similar a lo que ocurre como el puente Cau-Cau.