Papa inaugura Sínodo con llamado a los obispos a frenar luchas internas
El papa Francisco inauguró el domingo una asamblea mundial de la Iglesia Católica Apostólica Romana mostrando su aparente molestia con los líderes clericales que por momentos han librado una amarga lucha pública entre progresistas y conservadores en temas sobre la familia.
El Sínodo es el primero desde la elección Francisco hace 19 meses y tiene le mandato de cambiar a una institución golpeada por una disminución de sus miembros en muchos países y escándalos que incluyen abusos sexuales contra menores por parte de sacerdotes e irregularidades en las finanzas del Vaticano.
Es visto como una prueba para la visión que el Sumo Pontífice tiene la Iglesia, que desea que sea más cercana a los pobres y a los que sufren y que no se obsesione por temas como la homosexualidad, el aborto y la anticoncepción.
Francisco, en el sermón de una misa solemne en la Basílica de San Pedro durante la inauguración formal del Sínodo al que asistieron cerca de 200 obispos, aludió a las luchas internas que precedieron a la reunión y aclaró que no estaba contento con ellas.
“Las asambleas sinodales no sirven para discutir ideas hermosas y originales, o para ver quién es más inteligente”, declaró. Comparando a la Iglesia con un viñedo, Francisco dijo que debe ser nutrida con libertad, creatividad y trabajo duro.
Los liberales en la Iglesia dicen que los conservadores intentan dictar el resultado del Sínodo, especialmente en el tema de si la Iglesia debería modificar sus enseñanzas que le niegan la comunión a los católicos que se han divorciado y luego han vuelto a casarse mediante las leyes civiles.
No se esperan cambios inmediatos como resultado del Sínodo, aunque preparará el camino para una mayor reunión de sacerdotes católicos el próximo año que presentará al Santo Padre sugerencias que podrían llevar a cambios en temas relacionados con la familia y la moral sexual.
El cardenal Leo Raymond Burke, un estadounidense conservador, y otros cuatro cardenales de pensamiento similar lanzó un ataque el mes pasado al publicar en conjunto un libro titulado “Seguir en la Verdad de Cristo”, defendiendo a la fuerza el status quo en las normas para quienes se han divorciado y vuelto a casar.
El principal blanco de las críticas de Burke ha sido el cardenal Walter Kasper, un alemán que ha planteado que la Iglesia debe hallar formas de mostrar misericordia a la gente cuyo primer matrimonio ha fracasado y que quiere seguir siendo una parte integral de la Iglesia.
El debate sobre temas de la familia se ha intensificado después de que un sondeo mundial mostró que muchos católicos ignoran las enseñanzas de la Iglesia sobre control de la natalidad, sexo antes del matrimonio y la aceptación de la homosexualidad.
Kasper, a quien Francisco ha descrito como uno de sus teólogos favoritos, ha acusado a sus críticos de atacarlo porque ha alentado al diálogo y ha indicado que el Pontífice podría estar abierto a cambios en las enseñanzas si se lo recomiendan los obispos.
No se espera que el Sínodo aborde la crisis por los abusos sexuales ni los escándalos relativos a las finanzas del Vaticano, aunque sus participantes son libres de presentar cualquier tema en el debate.