Papa Francisco pide a la ONU acciones y no “declaraciones”.
El Pontífice se ha convertido en el quinto papa que ha dirigido un discurso ante la Asamblea General de la ONU en la sede de Nueva York, que por primera vez ha izado la bandera de la Santa Sede. Entre los más de 150 jefes de Estado y de Gobierno que escuchaban sus palabras, se encontraban la canciller alemana, Ángela Merkell, el Rey Felipe VI y el presidente de Cuba, Raúl Castro, con el que ha coincidido en varias ocasiones en su viaje previo a La Habana.
Francisco ha reclamado un “examen de conciencia” que valore la respuesta dada en zonas del mundo conflictivas. En este sentido, ha pedido que no se caiga en un “nominalismo declaracionista con efecto tranquilizador en las conciencias” y se tomen “decisiones críticas y globales” de cara a los conflictos mundiales que aumentan el número de excluidos y necesitados.
Así, se ha referido directamente a Oriente Medio, el norte de África y otros países africanos. En estas zonas, según ha señalado “los cristianos, junto con otros grupos culturales o étnicos e incluso junto con aquella parte de los miembros de la religión mayoritaria que no quiere dejarse envolver por el odio y la locura, han sido obligados a ser testigos de la destrucción de sus lugares de culto, de su patrimonio cultural y religioso, de sus casas y haberes y han sido puestos en la disyuntiva de huir o de pagar su adhesión al bien y a la paz con la propia vida o con la esclavitud”.
Sin embargo, no ha circunscrito su apelación a los casos de persecución religiosa o cultural, sino que lo ha extendido a cada situación de conflicto, “como en Ucrania, en Siria, en Irak, en Libia, en Sudán del Sur y en la región de los Grandes Lagos, hay rostros concretos antes que intereses de parte, por legítimos que sean”.