Obama hace público mea culpa por error en ataque a Al Qaeda, donde mataron a rehenes.
Ataque de drones, contra Al Qaeda, terminaron con un gran error, dando muerte a 2 rehenes, en vez de los terroristas.
El drama ocurrió en enero pasado, pero apenas se devela ahora. En un ataque teledirigido contra supuestos blancos terroristas en la frontera entre Afganistán y Paquistán, drones norteamericanos mataron a cuatro personas, pero, según se supo ayer, no tenían idea de a quién le estaban quitando la vida. Dos de ellos eran trabajadores humanitarios capturados por los terroristas. Warren Weinstein, de 73 años y en cautiverio desde hacía cinco años, era norteamericano. El otro, Giovanni Lo Porto, italiano, de 39, había sido secuestrado en 2012.
Quienes dispararon los drones no tenían idea de que ellos estaban allí. Tampoco tenían conocimiento de la presencia de otros dos norteamericanos, que al parecer trabajan con la red terrorista: Ahmed Faroug y Adam Gadahn. “Ninguno de los dos eran blancos específicos” de la operación, admitió el gobierno.
La tragedia apunta directamente contra el programa de “guerra tecnológica” con el que Obama opera contra blancos terroristas en Yemen, Siria, Afganistán y Paquistán, y que vuelve a ponerlo en la mira. Con el correr de las horas, el escándalo y la ira fueron creciendo.
“¿Alguien sabe exactamente cómo es el mecanismo por el que se decide lanzar un operativo de ataque en el que pueden morir personas que no tienen nada que ver?” era ayer una de las preguntas que repetía la prensa y que no obtuvo respuesta definitiva.
Hace unos meses, una investigación de The New York Times reveló que era Obama el que firmaba cada ataque llevado a cabo con drones.
La revelación no fue discutida por la Casa Blanca y hasta hay quienes sostienen que fue la que se encargó de filtrarla, como un intento de mostrar a un “Obama aguerrido” cuando, en campaña por la reelección, era percibido como demasiado dialoguista.
Su programa de drones se apoya en ataques a distancia. No hay ejército en tierra, sino que son operaciones realizadas por aviones o helicópteros no tripulados, que se nutren con información de inteligencia y que son operados desde lejos. El problema, como acaba de desnudar este caso, es que no siempre saben lo que hacen.
“Si no sabemos a quién estamos matando, tenemos un problema serio”, dijo Josh Rogin, un analista político crítico del programa. Su posición refleja las expresiones más duras de las escuchadas aquí.
En cambio, Douglas Brinkley, académico de historia de la Rice University, coincidió en que lo ocurrido es un fuerte llamado de atención, pero que no empaña “los logros” de un programa “que ahorra vidas norteamericanas y fondos que antes se gastaban en la movilización de grandes ejércitos”.