Publicado En: Dom, oct 29th, 2017

Más de un millón de personas marchan en Barcelona por la unidad del país

Líderes nacionales, regionales y locales de los tres grandes partidos “constitucionalistas”, compartieron la cabecera de la marcha, entre ellos el conservador Xavier García Albiol, del Partido Popular (PP), el liberal Albert Rivera e Inés Arrimadas, de Ciudadanos, y el socialista Miquel Iceta, quien no estuvo en la anterior convocatoria, así como la también socialista Núria Marín, alcaldesa de L’Hospitalet de Llobregat, la segunda ciudad más poblada de Cataluña después de Barcelona.

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Una vez más, el ex presidente del parlamento europeo y figura destacada del Partido Socialista (PSOE) Josep Borrell fue el azote al independentismo con un mensaje moderado e inclusivo que canalizó el clamor de los ciudadanos a favor de las elecciones del 21 de diciembre.

“Iremos a votar, pero no como los buitres que se comen un cadáver, sino como ciudadanos que saben que de su voto depende el futuro de un país”, dijo Borrell al dirigirse desde un escenario a la multitud.
“Nuestra dignidad es poder votar lo que queramos”, remarcó el dirigente socialista para después referirse al ya ex vicepresidente del gobierno catalán Oriol Junqueras al que calificó de “totalitario absoluto”.

Borrell advirtió a los manifestantes que “quizás hoy estamos aquí porque mucha gente abdicó de su derecho cívico y no fue a votar”, en referencia a las elecciones de septiembre de 2015 en las que vencieron los independentistas, pero añadió que “esta vez nadie se quedará en casa”.

Entre los gritos y aplausos de los manifestantes que ondeaban banderas españolas y catalanas, el dirigente subrayó que el “procés” -como se denomina el proceso de secesión- “es la peor cosa que le pasó a Cataluña”, y que si hubiese independencia muchos terminarían engrosando las filas de desocupados.

“Eso no va a ocurrir gracias al 155″, aseguró, defendiendo la intervención de la región aprobada por el Gobierno del conservador Mariano Rajoy con apoyo el apoyo de socialistas y liberales, aplicando ese artículo de la Constitución española.

Convocada por Sociedad Civil Catalana, la misma organización que el pasado 8 de octubre sacó a una multitud a la calle en Barcelona por primera vez para rechazar la ruptura de España, la protesta respalda el regreso a la “normalidad institucional”, impulsada por el gobierno de Rajoy, apelando a la “convivencia” y a un “futuro de reconciliación”, según afirmaron los organizadores.

Los gritos de “Viva España y Visca Catalunya” o “Soy español”, así como los reclamos más radicales a favor de que Puigdemont termine en la prisión, volvieron a copar la calle, aunque los manifestantes también expresaron el apoyo a las futuras elecciones, que consideran como la mejor vía para salir del bloqueo en el que está Cataluña
“España tiene que estar unida y espero que todo el mundo vaya a votar. Estamos viviendo una realidad muy dura, parece una pesadilla y tiene que terminar”, dijo a Télam Valle Matarin, una sevillana de 40 años que asistió junto a su esposo catalán a la manifestación.

José Manuel Álvarez, otro manifestante catalán de la ciudad de Sabadell, levantó un cartel con la leyenda “Juntos” y destacó que “lo más importante es que acabe la división que promueve la otra parte”.

“Los independentistas viven en el País de Nunca Jamás, en una realidad paralela que manipulan a su gusto. Pero tenemos que intentar que no nos dividan”, puntualizó Álvarez.

Al término de la concentración, el vicepresidente de Sociedad Civil Catalana leyó un manifiesto en el que se acusó al destituido gobierno catalán de haber “confundido la minoría independentista con Cataluña”.

“Para constituir un nuevo Estado se necesitan más de 70 votos de diputados, se necesita legitimidad. Podrán hacer todas las declaraciones que quieran pero han partido de una premisa equivocada. Todos somos Cataluña”, subrayaron.

A pesar de que el Gobierno español tomó el control de la región, Cataluña sigue sumida en una gran incertidumbre a la espera de lo que pueda suceder a partir de mañana tras la negativa de los secesionistas a aceptar su destitución.