Las Cábalas y el Nuevo Gobierno
Un grupo de discípulos de nuestros conversatorios semanales, autoproclamados “los caballeros de la tertulia” me aguijoneó para que despidiéramos el año en un distendido almuerzo -sin temario, para hablar libremente de lo humano y lo divino-. Conociendo a los personajes pensé que el tema sería el indulto a Fujimori, el nuevo gabinete, el futuro de la DC o el repunte de la economía.
Como suele ocurrirme, estaba equivocado: dominó la conversación el tema de las cábalas para la noche del año nuevo. ¿Qué se debía hacer para conseguir que en los próximos meses se cumplieran nuestros deseos o que, al menos, no sucediera nada que echara por tierra las expectativas que se tenían con el nuevo gobierno?
Desde usar ropa interior amarilla, comer unas cucharadas de lentejas o doce uvas (de una en una), dar una vuelta con una maleta, barrer hacia afuera la entrada de la casa o rellenar los saleros, serían la solución para todos los males pasados y una garantía de prosperidad para el futuro.
Después de escuchar “la erudición de mis contertulios” en materia cabalística, aproveché el momento para -con una dosis de humor y algún aliño cultural- pasar “un aviso de responsabilidad política” que me pareció de vital importancia: “por suerte estamos en el siglo XXI, porque de no ser así, todos ustedes habrían terminado en la hoguera por apóstatas, por herejes y por dar fe a brujerías”.
Ante la sorpresa (y algunas risas) de mis parroquianos, que parecían no entender mi observación, agregué, “el solo hecho de pensar que el bienestar y el progreso de una sociedad o la bonanza y el futuro de una persona, dependen de una u otra cábala, es -para los tiempos que corren- tan absurdo como cuando se persiguió a Galileo (Italia, 1633) por su teoría heliocéntrica, que contradecía que la Tierra era el centro del Universo”.
Quise recalcar que el nuevo año viene, además, con cambio de gobierno, por lo que era fundamental que las dirigencias políticas, el empresariado, y todo aquel que tuviera responsabilidades públicas o privadas, experimentaran un cambio de mentalidad. Insistí en que, más que cábalas, maniobras políticas o cuotas de poder, lo importante es asumir -sin dobleces- que el esfuerzo, la moral de mérito, la libertad, el orden, la seguridad y todos aquellos principios que definen la sociedad libre (y que se contraponen al asistencialismo, a los corporativismos y a todos los… ismos) es lo que va a sacarnos del estancamiento en que nos deja el actual gobierno.
Concluí señalando que, “El inicio de un nuevo año y de un nuevo gobierno –así como este almuerzo- son una muy buena ocasión para reflexionar sobre la tremenda oportunidad que tenemos… Les recomiendo que lean el libro “Civilización” de Niall Ferguson. Según este profesor de Harvard, los pilares del desarrollo político, económico y social de una sociedad son: la competencia; la ciencia; el imperio de la ley y el derecho de propiedad; la demanda de bienes; y, sobre todo, la ética del trabajo, con normas estables que combinan el tesón, la disciplina, la austeridad, con el ejercicio de la libertad”.
Por último, después de un rato, cuando la sensatez había vuelto a la mesa, las cábalas se habían olvidado y mientras esperábamos la cuenta, rematé señalando que los problemas de una sociedad no se solucionan por arte de magia, sino más bien -como dijo Churchill- con “…sudor y lágrimas”, y sin decir, agua va, saqué del bolsillo “mi pata de conejo” diciendo: ¡no creo en brujo, pero…!
Cristián Labbé Galilea