La mayor masacre de EE.UU. por armas: 50 víctimas mortales del ataque en Orlando
Hacia las 2 am del domingo 12 de junio de 2016, unas 100 personas bailaban, tomaban un trago, charlaban con amigos en Pulse, uno de los bares gay más populares de Orlando, Florida, cuando comenzaron a sentir un ruido como el de la descarga de un ametralladora. Algunos creyeron que era un sonido generado por el DJ, pero en realidad se trataba del comienzo de la masacre más terrible en la historia de Estados Unidos, que dejó, hasta el momento 50 muertos y 53 heridos. Omar Mateen, de 29 años, se adjudicó en una llamada al 911 el acto terrorista, ya que dijo ser seguidor del Islamic State (ISIS).
John Horgan, profesor en el Global Studies and Psychology Program de la Georgia University y experto en terrorismo, explicó en una charla con la American Phsycological Association, que, tras décadas de trabajo para tratar de entender la mente de un terrorista, aún no se ha llegado a lograr un perfil que los describa en su totalidad.
Horgan ha entrevistado cara a cara a más de 150 terroristas desde 1995, y aún se sorprende de los terribles misterios que esconde este tipo de personalidad. El experto afirma que la mayoría son personas “radicalizadas”, que quieren hacer llegar “un mensaje a través de sus actos”.
A diferencia de lo que muchos piensan, hay terroristas que reniegan de su pasado, asegura Horgan. “No sólo se sale del terrorismo a través de la propia muerte”, indica el experto.
Lo que sí afirma con mayor certeza es que los terroristas están inmersos como uno más en las sociedades a las que desprecian, y que cada vez es más difícil detectarlos.
En el caso de la tragedia de Orlando, el presunto autor Omar Mateen, quien tras disparar un arma automática que había comprado pocos días antes y tener como rehenes por horas decenas de personas, fue muerto por la policía, había sido interrogado dos veces por el FBI, por conexiones con extremistas islámicos, sin que se encontraran razones de peso para abrir una causa judicial.
Además, habría existido un componente de homofobia, que, dicen, también podría haber sido el detonante de tanta violencia. Según The Washington Post, el propio padre de Mateen dijo en una llamada telefónica que su hijo odiaba todo lo relacionado con la comunidad gay.
Hay muchas preguntas: ¿podría haberse prevenido esta tragedia? ¿Por qué se le vendió un arma a alguien sospechado de terrorismo? ¿Qué motiva a una persona a matar a mansalva, en nombre de una ideología?
De acuerdo con Bernard Lewis, experto en terrorismo de la Universidad de Princeton, la retórica del terrorista, como Osama Bin Laden (foto sin fecha abajo de Getty Images), es casi poética, y apela a una fuerza superior, basada en la religión, que moviliza a masas en contra de un supuesto opresor.
En el caso de Bin Laden, dice Lewis, puede definirse como una personalidad psicópata, ya que no siente remordimiento por sus actos y lidera una guerra “que no tiene moral”.
Durante años, los psicólogos han intentado descifrar las características individuales de un terrorista intentando explicar qué tipo de sentimientos pueden llevar a una persona a cometer hechos de violencia contra otros y no tener sentimientos de culpa, sino todo lo contrario, sentirse orgullosos de sus actos destructivos.
Sin embargo, lejos de encontrar trastornos piscológicos particulares, los especialistas hallaron ciertos patrones comunes, pero no perfiles psicopatológicos que expliquen esas conductas.
“Los datos actuales indican que terroristas y terroristas suicidas no muestran ninguna psicopatología o trastornos clínicos diagnosticables”, explicó en una entrevista el general retirado GI Wilson, un oficial retirado del Cuerpo de Marines de reserva y experto en la lucha contra el terrorismo, el comportamiento criminal y psicología forense. “La violencia hoy en día puede ser una norma para estos jóvenes radicalizados, ya sea a gran escala o en una comunidad pequeña o familiar. Se puede llegar a considerar (a la violencia) como la respuesta normal para alcanzar los objetivos”, agregó Wilson.
La alianza de sangre, dicen los expertos, también pesa en el perfil de este tipo de criminales. Tal fue el caso de los hermanos Tamerlan Tsarnaev, de 26 años, y Dzhokhar Tsarnaev, de 19 años (foto, abajo de Getty Images), al momento de detonar una bomba durante la Maratón de Boston en abril de 2013.
El poder determinar qué es lo que a una persona la puede llevar a cometer un acto terrorista no es una tarea fácil. En general, son personas de difícil acceso para poder entrevistar y estudiar. Además las convicciones religiosas y políticas pueden llevar a conclusiones erróneas, por lo que quienes han investigado el tema han llegado a la conclusión de que hay que pensarlo no como un tema individual sino grupal o social.
“Hoy estamos reconociendo muchos de los conceptos erróneos que teníamos antes con respecto a los terroristas y sus perfiles. Los terroristas no son psicópatas o personas mentalmente desordenadas, ni sufren trastornos de la personalidad importantes. El origen de estas conductas, según los datos que tenemos, no está basado en la frustración personal, la privación económica o coacción psicológica”, dijo Wilson.
Rasgos de personalidad comunes
La mayoría de los psicólogos que han tenido contacto con terroristas aseguran que no son personas patológicas en el sentido tradicional de la palabra. Sin embargo, existen algunas características comunes.
El psicólogo Horgan, identificó una serie de características que hacen a las personas más propensas a ser reclutadas por alguna organización terrorista:
- Se sienten enojados, con sentimientos de despersonalización y que han sido privadas de su derecho al voto.
- Creen que su participación política actual no les está dando la posibilidad de realizar un cambio real.
- Se identifican con personas que perciben como víctimas de la injusticia social contra la que están peleando.
- Tienen necesidad de tomar acción y no solamente de hablar de los temas.
- Creen que involucrarse en episodios de violencia en contra del estado no es inmoral.
- Tienen amigos o familiares que también adhieren a la causa.
- Creen que unirse al movimiento terrorista les ofrecerá una recompensa social, psicológica, como la camaradería, la vivencia de aventuras y un elevado sentimiento de identidad y por supuesto, una recompensa religiosa también de inmortalidad de las almas.
Si bien estas características comunes son importantes , los psicólogos han descubierto que es muy útil estudiar también cómo las personas involucradas en actividades terroristas cambian a partir de entrar al grupo.
Para eso, es importante determinar por qué han entrado a tal o cual organización, cómo los lideres influyen en su participación y en adoptar ciertos roles, por ejemplo cómo los motivan para inmolarse por una causa y sobre todo, investigar cómo podría ser la salida del grupo ya que muchos de estos terroristas se involucran de adolescentes y después toman conciencia de lo que realmente han hecho con las “manos llenas de sangre”.
“Los terroristas utilizan grupos y redes de apoyo tanto logístico como psicológico. Estos grupos les ofrecen un sentido de pertenencia, un sentido de propósito, tal vez incluso un sentido de identidad”, agregó Horgan en su estudio.