¿INCENDIOS DELIBERADOS…?
Por Cristián Labbé G.
Me cuesta creer lo que se ha dicho y lo que ocurre entorno a los incendios forestales que afectan a parte del territorio nacional. Primero, como es común, la reacción de nuestras autoridades fue bajarles el perfil, y, luego, las causas a las que los atribuyeron son la temporada y las olas de calor en la zona centro sur del país.
Pero a poco andar, y cuando se conoció la magnitud del problema, recién empezaron a movilizarse las autoridades y aparecieron para advertirnos que estábamos frente a una catástrofe de, según técnicos y expertos, proporciones nunca antes vistas a nivel nacional. Claramente se había perdido un tiempo precioso que pudo ser determinante a la hora de emplear los medios de emergencia y buscar los apoyos internacionales a los que normalmente se recurre en este tipo de situaciones, medios que por protocolo debieran haber estado previstos con la debida antelación.
¿Será porque ya le hemos tomado el pulso a las autoridades y porque les creemos cada día menos, que resulta ingenuo aceptar, de buenas a primeras, las explicaciones que se han dado sobre los incendios? Tengo la impresión de que el gobierno, los políticos, los analistas y los medios de comunicación tienen la mirada “demasiado cerca del fuego” y no son capaces de ver el asunto desde una perspectiva amplia y realista. Se nos dice que “son hechos fortuitos surgidos en focos independientes no vinculados entre sí, propios de esta época del año y producto del calentamiento global al cual hemos restado la debida atención…”
Por una u otra razón tiendo a pensar que los gigantescos incendios que se suceden en la zona centro sur del país no están aislados de todo lo que pasa en la Araucanía, ni de los asaltos, la violencia y las acciones terrorista que azotan la seguridad interior y, lo que es más grave, tiendo a pensar que este tipo de incendios va a empezar a brotar en la zona centro norte del país… y la capital se verá “envuelta” en llamas y asediada por la inseguridad en su interior, un cuadro nada tranquilizador para iniciar el año.
Como deduzco que mi veraniego lector en esta época (y desde hace tiempo ya) pierde su capacidad de asombro, y que los ingenuos podrían calificar con apocalípticos adjetivos mis reflexiones, me permití investigar “Los incendios más famosos y devastadores de la historia”, desde el legendario incendio de Roma el año 64 DC hasta nuestros días, y en la mayoría de ellos aparece indefectiblemente la intencionalidad y la mano del hombre…
Por qué no deducir entonces que estas oleadas de incendios que han arrasado miles de hectáreas, no son espontáneas, sino resultante de un gobierno que ha perdido completamente el foco, que se ha dejado llevar por una mediocridad sin límites hasta permitir que existan regiones donde impere la ley del más fuerte, y que, teniendo el poder y la fuerza para ejercer la autoridad, actúa con la debilidad y el carácter del león cobarde del mago de OZ.
Mis sospechas, en pocas palabras, apuntan a que los que provocan los incendios no son pirómanos aislados, ni colillas encendidas arrojadas al pasto, ni asados mal apagados, como se dice -la gente hoy está más consciente y suele actuar con más cuidado-. Esos no son sino funestos argumentos para distraer a los incautos, encubrir la inoperancia del gobierno y proteger la violencia del terrorismo que se ha instalados en la Araucanía.