Hidroaviones, la solución para Chile
DIARIOCHILE.CL .- Después de la desastrosa experiencia de los recientes incendios forestales, ha llegado el momento de tomar decisiones definitivas para solucionar nosotros mismos nuestros problemas, sin depender de la ayuda externa.
Recuerdo en los años 70 cuando veraneaba en Quintero siempre conversaba con el personal de la base. Me mostraban los hidroaviones y me contaban con orgullo la participación de estos aviones en los terremotos de aquella época, dado que algunas pistas se deterioraban y los Grumman y Catalina podían operar desde nuestro mar, ríos o lagos. Este tipo de avión, aparte de la extinción de incendios con recarga instantánea en sectores cercanos, permitía el transporte mediano para apoyar la logística de catástrofes naturales y nuestro país contaba con una flota de aproximadamente 10 aparatos.
Pero ¿Qué ocurrió con estos hidroaviones?
La primera explicación fue que quedaron inoperantes por causa de la corrosión. Si fuese cierto, entonces no cuadra con que los hidroaviones reinaron la aeronáutica mundial por más de 50 años, sin problemas. Además, está claro que este argumento se invalida hoy, debido a la existencia de materiales menos corrosivos. ¡Lo que ocurrió realmente es que en USA descontinuaron la fabricación de hidroaviones privilegiando el uso de aviones para portaviones, pero Chile no posee portaviones!
Esta medida afectó directamente a nuestro país en el sentido de que encareció la mantención de hidroaviones y muchas veces ni siquiera existían piezas de reposición.
La segunda explicación fue que en USA cambiaron su estrategia de ataque antisubmarino a helicópteros, con bases en fragatas u otros buques.
Esto es cierto, pero esta estrategia no considera las otras funciones que desempeñan los hidroaviones y que los helicópteros, dado su tamaño, costos operacionales y radio de acción, es imposible que los reemplacen. Existen otras aplicaciones para los aviones anfibios, aparte de la defensa antisubmarina. Además de la extinción de incendios, son muy útiles en el apoyo ante terremotos e inundaciones, en el transporte general de carga, en el transporte de brigadistas y en el transporte de lanchas Zodiac.
En USA descontinuaron su producción, sin embargo, en Rusia continuaron con su desarrollo llegando a producir aviones anfibios a reacción, meta no alcanzada por los norteamericanos.
Recordemos que Rusia siempre ha sido una autoridad mundial en tecnológica aeroespacial y hoy posee un excelente hidroavión mediano multipropósito, muy rápido – al ser a reacción – y de tecnología moderna, el Beriev Be-200.
Sería muy importante que Chile contara con este tipo de avión. Hoy tenemos la dependencia de USA, arriesgando a que decisiones extremas de su Presidente puedan afectar directamente a la defensa de nuestro país, principalmente en la desactivación de códigos operacionales o en el suministro de repuestos. Esto no es extraño, porque ya lo experimentamos con la enmienda Kennedy.
En cambio los rusos han demostrado una no injerencia en los asuntos internos de los países clientes, incluso han posibilitado la integración tecnológica en la fabricación de componentes y armado de partes de aeronaves.
Está claro que nuestras Fuerzas Armadas están para protegernos, pero también está claro que hoy los peligros no son solamente externos, sino que también son de nuestra naturaleza. Por lo tanto los fondos de la Ley Reservada del Cobre merecen ser considerados también para cubrir los riesgos de catástrofes naturales.
En el pasado tanto la Fuerza Aérea como la Armada de Chile contaban con hidroaviones, por lo tanto el volver a operarlos sería totalmente normal. Incluso hoy el Ejército de Chile podría potenciar sus aviones de transporte con unidades que operen en forma anfibia.
Si Chile tuviese una flota de hidroaviones a reacción, como desgraciadamente en algún momento ocurrirá algún tipo de catástrofe natural, la utilización de este tipo de aeronaves permitiría una respuesta mucho más ágil y oportuna.
El actuar rápido, aparte de permitir que nuestras autoridades solucionen internamente nuestros problemas, significaría un importante ahorro de recursos y una consiguiente reducción en la pérdida de vidas humanas.
Roberto Salgado – Ingeniero Comercial PUC