Publicado En: Mar, dic 26th, 2017

El “Ajedrez Político” y la “Pascua del Soldado”

Fueron varios los parroquianos que se quejaron, en nuestra última reunión, por la chifladura que se vivía en estos días… “este mundo está trastornado, todos corren, los centros comerciales están atiborrados de gente comprando… las ofertas y los “sale” son de locos”.

Claramente no era el protagonismo del viejo pascuero, ni el que el pesebre se haya cambiado por un “árbol nevado” (en pleno verano)  lo que inquietaba a mis contertulios. El tema de fondo era… “¿qué va a pasar en el futuro inmediato… cómo se van a mover las fichas en el “ajedrez político?”.

Las opiniones se centraron en que, en el último tiempo, el país se había polarizado, y que, para muchos de los actores políticos, “el tablero y las fichas”, o eran blancas, o eran negras… Uno de los presentes pontificó: “Por lo mismo, lo primero que hay que hacer es pacificar los espíritus, actuar con sensatez y sabiduría… Ya se verá quien oficia de alfil, de torre, o quiénes serán los peones de primera línea…, por ahora, hay que sumar…”

Las especulaciones de “cuáles serían las jugadas maestras”, cedieron, después de un tiempo, el paso a las reflexiones sobre lo importante que era restablecer el sentido de la navidad.

Hubo coincidencia en que la modernidad conspiraba contra las tradicionales formas de celebrar estas fiestas. Los ejemplos sobraron: “en el pasado las tarjetas de pascua se escribían a mano y se mandaban por correo; los regalos eran sencillos juguetes que nuestra infantil imaginación activaba…; hoy basta un click y se saluda a cientos de “contactos”…; los mágicos villancicos inundaban la casa, las tiendas y los lugares públicos…”

“…disponemos de internet, youtube, netflix etc., pero lo que no ha cambiado -y que hay que rescatar- es el verdadero espíritu de la navidad, ese que nos fue transmitido, entre otras cosas, a través de cuentos como “Christmas Carol” (Canto de Navidad) de Charles Dickens (1843), que narra la historia de un hombre huraño (Mr. Scrooge) que odia la navidad y que cambia su actitud debido a la visita de tres fantasmas – el de las navidades pasadas, presentes y futuras-…”.

Habíamos pasado del ajedrez político del presente, al pretérito y romántico espíritu navideño… Sin querer “aguar” tan hondas reflexiones de nuestra infancia, comenté: …“si hablamos de construir un futuro de concordia y unidad nacional en estas fiestas, y dado el espíritu que se respira en esta época, no podemos olvidar a… esos viejos batallones de soldados, que se encuentran  privados de libertad.

…Esos veteranos -que en el pasado eran apenas unos mozalbetes- defendieron la libertad de nuestra sociedad y hoy, producto del odio y la venganza, se encuentran “prisioneros del pasado”, sin que se repare, en la injusticia y la asimetría jurídica que eso representa, mientras los causantes de esos aciagos días gozan de total impunidad y en muchos casos, de jugosos beneficios económicos”.

 

Al terminar nuestra semanal tertulia, concluimos que: asumir este tema constituía una prioridad para quienes tienen algo que decir y/o hacer en el futuro gobierno, y que el espíritu navideño, así como la justa reparación histórica, nos obligaba, no solo a “jugar el ajedrez político” comentado, sino que además, teníamos el deber de llevar esperanza a esos soldados y a sus familias, para que -como lo hicieron por mucho tiempo-  pudieran celebrar debidamente “la pascua del soldado”.

Fueron varios los parroquianos que se quejaron, en nuestra última reunión, por la chifladura que se vivía en estos días… “este mundo está trastornado, todos corren, los centros comerciales están atiborrados de gente comprando… las ofertas y los “sale” son de locos”.

Claramente no era el protagonismo del viejo pascuero, ni el que el pesebre se haya cambiado por un “árbol nevado” (en pleno verano)  lo que inquietaba a mis contertulios. El tema de fondo era… “¿qué va a pasar en el futuro inmediato… cómo se van a mover las fichas en el “ajedrez político?”.

Las opiniones se centraron en que, en el último tiempo, el país se había polarizado, y que, para muchos de los actores políticos, “el tablero y las fichas”, o eran blancas, o eran negras… Uno de los presentes pontificó: “Por lo mismo, lo primero que hay que hacer es pacificar los espíritus, actuar con sensatez y sabiduría… Ya se verá quien oficia de alfil, de torre, o quiénes serán los peones de primera línea…, por ahora, hay que sumar…”

Las especulaciones de “cuáles serían las jugadas maestras”, cedieron, después de un tiempo, el paso a las reflexiones sobre lo importante que era restablecer el sentido de la navidad.

Hubo coincidencia en que la modernidad conspiraba contra las tradicionales formas de celebrar estas fiestas. Los ejemplos sobraron: “en el pasado las tarjetas de pascua se escribían a mano y se mandaban por correo; los regalos eran sencillos juguetes que nuestra infantil imaginación activaba…; hoy basta un click y se saluda a cientos de “contactos”…; los mágicos villancicos inundaban la casa, las tiendas y los lugares públicos…”

“…disponemos de internet, youtube, netflix etc., pero lo que no ha cambiado -y que hay que rescatar- es el verdadero espíritu de la navidad, ese que nos fue transmitido, entre otras cosas, a través de cuentos como “Christmas Carol” (Canto de Navidad) de Charles Dickens (1843), que narra la historia de un hombre huraño (Mr. Scrooge) que odia la navidad y que cambia su actitud debido a la visita de tres fantasmas – el de las navidades pasadas, presentes y futuras-…”.

Habíamos pasado del ajedrez político del presente, al pretérito y romántico espíritu navideño… Sin querer “aguar” tan hondas reflexiones de nuestra infancia, comenté: …“si hablamos de construir un futuro de concordia y unidad nacional en estas fiestas, y dado el espíritu que se respira en esta época, no podemos olvidar a… esos viejos batallones de soldados, que se encuentran  privados de libertad.

…Esos veteranos -que en el pasado eran apenas unos mozalbetes- defendieron la libertad de nuestra sociedad y hoy, producto del odio y la venganza, se encuentran “prisioneros del pasado”, sin que se repare, en la injusticia y la asimetría jurídica que eso representa, mientras los causantes de esos aciagos días gozan de total impunidad y en muchos casos, de jugosos beneficios económicos”.

Al terminar nuestra semanal tertulia, concluimos que: asumir este tema constituía una prioridad para quienes tienen algo que decir y/o hacer en el futuro gobierno, y que el espíritu navideño, así como la justa reparación histórica, nos obligaba, no solo a “jugar el ajedrez político” comentado, sino que además, teníamos el deber de llevar esperanza a esos soldados y a sus familias, para que -como lo hicieron por mucho tiempo-  pudieran celebrar debidamente “la pascua del soldado”.