Doce horas esperó en una larga fila y como un británico común y corriente, el gran futbolista David Beckham. Siendo la gran atracción del lugar, Beckham fue rápidamente captado por todos los medios de comunicación, para los que se tomó todo el tiempo necesario para explicar que estaba ahí para rendir tributo y respetos a su reina, la querida y gran Isabel II del Reino Unido, Irlanda del Norte, Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Escocia y muchos otros territorios.
Interminables eran las filas de ciudadanos que esperaban estar un minuto frente al ataúd de la monarca.