Año Nuevo y viejos soldados
A escasos días de despedir el año, y desplegando las capacidades anticipatorias para visionar como se nos viene el 2016, llega también la hora de los recuentos. Se hace memoria tanto de lo bueno como de lo malo y, claro, con unas “gotitas” de egoísmo, nos concentramos en lo personal y en lo que nos afecta más directamente, dándonos raras veces el tiempo de reflexiones sobre terceros no emparentados.
Este contexto hizo que me sorprendiera mucho cuando un cofrade brindó por… “los soldados de mi país”. Automáticamente lo relacione con las bravatas fronterizas bolivianas y peruanas del año que termina… ¡Oh sorpresa! su reflexión era mucho más profunda…, se refería a los militares privados de libertad en Punta de Peuco. “…Difícil imaginarse dónde estaríamos de no haber mediado la acción de las fuerzas armadas en las décadas del 70 y de los 80…” fue parte de su emotivo brindis.
¿Por qué mi asombro? …Porque en nuestra democrática sociedad ya no existen voces que denuncien a viva voz, y mucho menos en forma pública, la asimetría que se evidencia a la hora de juzgar los sucesos de entonces y el precio que han tenido que pagar los militares por su actuación.
Solo algunos datos que dudo que mi ilustrado lector conozca. Entre los años 2014 y 2015 aumentaron en un 250% los militares que se encuentran cumpliendo condena por causas de Derechos Humanos cuyo promedio de edad es de 75 años, de los cuales catorce tienen entre 81 y 90 años. ¿Como se explica que siete de ellos sean enfermos terminales? ¿Que otros 25 sufran enfermedades que los tienen postrados? ¿Que otros deban dializarse regularmente y que los más padezcan enfermedades propias de la edad, como demencia senil y Alzheimer, sin que para ellos se cumplan las normas internacionales de trato a los adultos mayores, aun cuando estén privados de libertad, ni se respeten las normas carcelarias universales que establecen que ninguna persona sobre 65 ó 70 años puede estar detenida?
Súmese a lo dicho que hoy día hay más de 1600 procesados, algunos de los cuales han estado en procesos que han durado entre 12 y 20 años, reabiertos una y otra vez. Téngase en cuenta el efecto que ello tiene en las respectivas familias, tanto de encarcelados como de acosados. Se comprende así que ya vayan a la fecha más de veinticinco suicidios.
Mi cofrade estaba en lo cierto… cuando hablamos en estas fechas de paz, concordia y unidad nacional, no es menor tener presente que la mayoría de los militares afectados, hace cuarenta y dos años eran oficiales o suboficiales, incluso conscriptos, la mayoría subordinados y en los grados más bajos del escalafón, sin ninguna responsabilidad de mando.
Por último, es justo preguntarse ¿cuántos terroristas que se alzaron en armas contra el país y que mataron a cientos de uniformados se encuentran presos o cumpliendo condena? ¡Ninguno!
Un viejo general Napoleónico dijo… “un soldado no muere cuando cae, sino cuando sus compañeros lo olvidan y sus compatriotas lo ignoran”. Ese es el honor militar, la lealtad del camarada y el orgullo de una nación que, en una fecha como esta no podemos olvidar… ¡usted tiene la palabra!
Por Cristián Labbé G.