Reflexiones de un Carabinero en Redes Sociales, despierta reacción sobre el daño que la “Izquierda corporativa” hace a Chile
Yo, Policía en mi hora libre, estaba de compras cuando lo vi suceder. El delincuente se aproximó sobre su víctima. Era una madre que llevaba a su niño de la mano. Le apuntaba con un arma en el rostro, anunció el robo amenazándola.
Al ver esto, mi impulso policial surgió de inmediato. Pero así como surgió se detuvo. Y pensé:
“No tengo apoyo de nadie, ni del lugar donde trabajo, no tendré carrera, el Ministerio del Interior no me defenderá, El Poder Judicial buscará sentenciarme, la legislación está siendo adulterada, la sociedad me condena. Mi familia…, ellos me esperan en casa”.
La pobre mujer asustada ni siquiera reaccionó.
El delincuente «víctima de la sociedad opresora», sin motivos y luego de obtener lo que quería, dispara su arma. La mujer cae al suelo con su rostro envuelto en sangre. El niño llora, llora sin saber qué hacer.
En ese momento, el delincuente no sólo robó los valores de la mujer sino que también destruyó una familia, se llevó sus sueños, sus planes y su vida.
No reaccioné. Hice la llamada al 133 y avisé. Al fin y al cabo, ese es el procedimiento.
Llegué a casa y estaban mi esposa y mis hijos.
No tuve que ver al Ministro expresando que fui irracional al impedir que el victimario matase a una mujer por un bolso «porque él es una pobre víctima de la sociedad y tiene derechos y necesidades».
No tuve que escuchar al presidente del Poder Judicial, diciendo: «ese policía sólo sabe meter palo y disparar».
No leí en las redes sociales el desprecio de la sociedad enceguecida en contra de la Policía.
No vi fotos ni vídeos mostrando la agresión policial en contra de «una persona que sólo quería llevarse un bolso».
No vi las manifestaciones de los organismos de derechos humanos reclamando justicia e indemnización para la familia del pobre muchacho, muerto vilmente a manos de la Policía represora, poco preparada y que actúa precipitadamente, a la vez que pide encarcelar al Policía por abuso de poder.
Tampoco vi la falange de la prensa haciendo sus cadenas de noticias desacreditando la labor policial.
Mi arma no me fue retirada y no estuve seis meses sin poder trabajar, mientras deciden si voy a prisión o no.
Tampoco tuve que pagar con mi dinero a un abogado para que me defienda por tan sólo cumplir con mi trabajo.
Sí. Yo estuve allí. Pero fue como si no hubiese estado.
El problema será cuando toda la Policía actúe así.
La inseguridad será mayor aún, el caos lo gobernará todo. El miedo a ir a trabajar, a llevar a nuestros hijos a la escuela, a ir al mercado, el temor nos acompañará y se sentará a la mesa con nosotros.
Al fin pareciera ser que estamos buscando vivir en este caos.
Hemos perdido el norte. Hemos transgredido valores, principios y funciones. Llamamos bueno a lo malo y malo a lo bueno.
Permitimos que cualquiera investigue, el fiscal no es investigador de profesión, su verdadera profesión es abogado, por eso sueltan a los delincuentes, el verdadero investigador en todo el mundo es EL POLICÍA, nadie más; por eso la delincuencia crece cada vez más.
ASI DE JODIDOS ESTAMOS…