Publicado En: Jue, jun 13th, 2019

Cómo Rusia y China podrían dar fin al internet tal y como lo conocemos

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En 2010, una delegación de países, incluidos Siria y Rusia, acudió a una agencia de Naciones Unidas con un extraño pedido: inscribir fronteras soberanas en el mundo digital.
“Querían permitir que los estados asignaran direcciones de internet nación por nación, en la forma en que los códigos de país se asignaron originalmente para los números de teléfono”, explica Hascall Sharp, un consultor independiente de política de Internet.
Después de un año de negociaciones, la solicitud quedó en nada: crear tales límites habría permitido a los gobiernos ejercer estrictos controles sobre sus propios ciudadanos, violando el espíritu abierto de internet como un espacio sin fronteras, libre de los dictados de cualquier entidad individual.
Casi una década después, ese espíritu sin fronteras de internet parece un recuerdo singular.
Los gobiernos que salieron de Naciones Unidas con las manos vacías no abandonaron la idea de poner un muro alrededor de su terreno del ciberespacio.
Simplemente han pasado la última década buscando mejores formas de lograrlo.
De hecho, Rusia ya está explorando un enfoque novedoso para crear una frontera el mundo digital: el mes pasado aprobó dos proyectos de ley que obligan a adoptar medidas tecnológicas y legales para aislar el internet ruso.
Es solo un caso de un número cada vez mayor de países que se han cansado de la red troncal de internet controlada por Occidente.
Y si bien los esfuerzos del Kremlin no son el primer intento de asegurar exactamente qué información puede o no puede ingresar a un país, su enfoque es una desviación fundamental de los esfuerzos pasados por una red común.
“Este caso es diferente. Las ambiciones de Rusia son ir más lejos que cualquiera, con las posibles excepciones de Corea del Norte e Irán en la fractura del internet global”, comenta Robert Morgus, analista de ciberseguridad de la Fundación New America.
¿Qué pasa con el internet abierto?
Es sabido que algunos países están descontentos con la coalición occidental que tradicionalmente ha tenido el dominio sobre la gobernanza de internet.
No son solo las filosofías expuestas por Occidente las que las preocupan, sino la forma en que esas filosofías se convirtieron en la arquitectura de la red, que está diseñada para asegurar que nadie pueda evitar que alguien le envíe algo a nadie.
Los problemas que surgen de esto no solo afectan a los regímenes autoritarios.
Cualquier gobierno podría estar preocupado por la difusión de información maliciosa, como los virus que llegan a las instalaciones militares o a las redes de agua y energía o las noticias falsas que influyen en el electorado.
Rusia y China fueron más tempranas que otras en comprender el impacto potencial que un ecosistema de información abierto tendría en los seres humanos y en la toma de decisiones, especialmente a nivel político.
Su criterio, según Morgus, era que los ciudadanos de un país son tan parte de la infraestructura como las centrales eléctricas y, por tanto, necesitan estar “protegidos” de la información maliciosa que los afecta, en este caso noticias falsas (en lugar de virus informáticos).
Pero no se trata tanto de proteger a los ciudadanos como de controlarlos, según explica Lincoln Pigman, un experto en Rusia en la Universidad de Oxford. Con información de BBC.