Que Llueva… que Llueva, la Vieja está en la Cueva
Los días que vivimos son de la mayor relevancia para el futuro del país. Me refiero a la instalación de un nuevo gobierno. Subrayo el concepto de instalación… por encontrar que el tan usado término: “cambio de mando”, no representa bien el hecho republicano de que nuevas autoridades, elegidas democráticamente, asuman en el poder legislativo y ejecutivo.
Dicha relevancia está dada además por la situación en que nos encontramos en estos momentos: descansados después de un ajetreado verano, donde siempre sobran las historias y escasean los recursos; respiramos auspiciosas expectativas, podemos esperar que habrá desarrollo y, si las cosas se priorizan bien, habrá solución para los problemas sociales más urgentes.
En general, se piensa que el nuevo gobierno abordará con realismo los problemas de seguridad, de la infancia vulnerable, de la Araucanía, de las migraciones descontroladas… y además, “nos ganamos el Oscar”. ¿Qué más se puede pedir?
Pero, por más quietas que estén las aguas y buenos los ánimos, no se nos puede olvidar el sabio refrán que advierte que: “un mar tranquilo nunca ha hecho buenos marineros”. Una buena y competente tripulación debe saber “leer en el horizonte”, por más calma que esté la mar, los síntomas de posibles tormentas.
Dicho sea de paso, negros nubarrones han ocurrido, con escasa visualización, en estos días. Un viejo general de la Fuerza Aérea murió en Punta Peuco después de una penosa enfermedad terminal y de que se le haya negado morir dignamente en su casa; nueve oficiales del Ejército -entre ellos un general- que el 73 eran meros subalternos fueron detenidos por situaciones ocurridas hace 45 años; entre “gallos y medianoche” el fiscal del caso Caval -donde está involucrado el hijo de la presidente- es nombrado notario; ni hablar del “legado” de la presidente Bachelet y de todos los personajes de su gobierno que quedaron apernados en la administración pública.
Son muchos los indicios de que las cosas no están todo lo bien que parecen y, lo que es más grave, a muy pocas personas pareciera interesarles o importarles… “qué se le va a hacer, así están las cosas, ese es el mundo actual”.
Lo peligrosa de esta actitud es que, sin darnos cuenta, nos estamos cocinando a fuego lento, no nos damos cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor. Niños de jardín infantil cantan y bailan la canción de Maluma “Felices los cuatro…” y a sus padres no les llama la atención la letra: “tranquila que no creo en contratos/ (y tu menos) te acepto el trato/ y seremos felices los cuatro/ y si con otro pasas el rato/ Vamos a ser Felices los cuatro/ y te agrandamos el cuarto”
Ya nadie se sorprende que el símbolo del día de la mujer haya sido un “no mujer”… ¿dónde quedaron Fresia, Carmela Carvajal de Prat, Violeta Parra y tantas otras?
Es cierto, el mundo ha cambiado, hay que ser tolerante y aceptar la diversidad, pero otra cosa es que ese sea el modelo que se quiere; y nadie es tan puritano para pedir que los niños vuelvan a cantar “La mar estaba serena”, “Yo tenía diez perritos” o, “Que llueva que llueva, la vieja está en la cueva”…
Asumamos, las cosas están yendo demasiado lejos… ¡Las dificultades están destinadas a despertarnos, no a desalentarnos!