Ojo con los Lobos ateos…
Cristián Labbé Galilea.
Terminó la visita del Papa Francisco. Ahora viene el tiempo donde sobrarán las interpretaciones, las profecías, los juicios de valor. El periodo durará poco, muy luego se confundirá lo espiritual con lo mundano; bastará que el Presidente electo dé a conocer su próximo gabinete, para que allí apunten todos los dardos y, Francisco… será pasado.
Mientras tanto, los comentarios darán para todo, ya lo estamos comprobando: “…La iglesia mostró sus divisiones; la visita se “en Barró” (literalmente); los propios Jesuitas le sacaron el piso a Francisco; el gasto y la parafernalia opacaron el mensaje sobre la pobreza; los jóvenes canturrearon mucho, pero de contenido poco; tres feriados y poca gente; al final el diablo metió la cola…”.
Algunos más “iniciados” dirán: que no se tocó el tema del aborto; que nada se dijo sobre la quema de iglesias; que poco se habló del daño que los gobiernos ateos (léase sin ánimo peyorativo) le han hecho a la Iglesia (con mayúscula) en temas referidos a los valores, a la educación, a la familia; que estuvo de más la referencia en Temuco a “la dictadura”. En suma, su grey se preguntará si su misión pastoral, que quiso ser cercana, no pareció más condescendiente con el progresismo que con una orientación pastoral renovada, para colocar a la Iglesia a la altura de los tiempos.
Conversábamos estos temas cuando cometí la imprudencia de “pontificar”: “…Se podrán decir y pensar muchas cosas, son los efectos de la posverdad -donde la emoción prima sobre la razón-, pero la historia, la filosofía y todas las ciencias del saber nos enseñan que a la Iglesia no se le puede juzgar con perspectivas limitadas y menos interesadas… son siglos de siglos los que hay que ponderar...”.
Un devoto parroquiano saltó al ruedo: “…como parte del rebaño que está “bajo el cayado” del Pastor de Roma puedo, con toda tranquilidad y sin ser apóstata, ni arriesgar excomunión, denunciar que mientras el Santo Padre visitaba nuestro país y la presidenta lo escoltaba con una devoción admirable (sic), ocurrieron hechos que no se pueden dejar pasar: se hablaba de misericordia y de derechos de las personas privadas de libertad, mientras el gobierno presentaba un discriminador proyecto de ley que elimina la posibilidad de indulto a los militares presos; se hablaba de derechos de los niños y se silenciaba el informe del INDH sobre las irregularidades en el SENAME, y se presentaba un proyecto sobre la identidad de género; se hablaba de la no violencia mientras se conocían las filtraciones de la agencia del gobierno ANI a los terroristas de la Arauco Malleco…”.
La lista y el tema alargaron la sobremesa. Al concluir les recordé a mis parroquianos las palabras de Pablo en Mileto cuando advierte a sus discípulos sobre las personas que con apariencia amable e inocente desvirtúan los conceptos engañando a los incautos con fines perversos: “Guardaos de quienes vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero que por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis”. ¡Silencio en la sala…! Todos conocían la cita bíblica, lo que no sabían era el final de la historia escrita 600 años ante de Cristo por Esopo –sabio fabulista-, en la que un lobo se disfrazaba de oveja para pasar inadvertido y que termina devorado por sus propios hermanos los lobos.
La lección debe ser aprendida… los pastores deben conocer bien el rebaño que está a su cargo y estar pendientes de lo que a ellos le sucede, no deben dejarse engañar por las apariencias de lobos ateos.