Tugar Tugar, salir a votar. La columna de Cristián Labbé Galilea
¡Tugar, tugar… hay que ir a votar…!
Cristián Labbé Galilea
Cuando comente mi intención de escribir estas “líneas extras” antes de la elección del próximo domingo, de inmediato un siempre critico parroquiano me hizo responsable de sufrir “incontinencia literaria”, una forma elegante de acusarme de “intemperancia argumental”.
Ante tal agravio, me vi en la necesidad de señalar el total desconcierto que me había generado el ver al candidato de la izquierda cerrar su campaña, frente a la Moneda, sobre la tumba de O´Higgins, en el Altar de la Patria, en el lugar donde alguna vez estuvo “la llama de la Libertad”. A decir verdad, ¡Increíble!
Un candidato que hasta hace muy poco tiempo era un lector de noticias -de ligero tonelaje intelectual-, sin trayectoria política, sin equipos y con nula capacidad de gestión, hoy, por el solo expediente de su popularidad en las encuestas, podría ser (ni Dios lo quiera) el próximo presidente. ¡Sorprendente!
Lo asombroso, es que el candidato de la oposición, quien representa (siendo generoso) los valores de la sociedad libre; que tiene un extenso “pedigrí” académico y empresarial; que cuenta con un contundente equipo, y que además, fue Presidente de la República, se encuentra literalmente empatado con su izquierdista contendor. ¡Asombroso!
Por lo mismo, como no advertir hasta el último momento, que en las elecciones del domingo se presentan dos condiciones muy extrañas y peligrosas: hay mucho en juego y las proyecciones electorales son muy ajustadas. ¿Quién puede estar indiferente ante esta realidad? ¡Nadie!
Es cierto, si se quiere ser honesto, que el abanderado de la oposición no goza de grandes simpatías; que es el mejor candidato, es verdad; pero que no es el más cordial, ni el más cercano, también es verdad; pero lo que se busca no es “el mejor compañero”, se trata de elegir, responsablemente, al más idóneo, “al más aplicado” (dentro de lo que hay).
Estamos ante una encrucijada muy peligrosa que nos plantea la necesidad de posponer nuestras posiciones y convicciones más rigurosas, no hay muchos caminos, debemos, con humildad, ceder el paso a los intereses superiores del país y de su futuro. En el mundo actual, no hay espacio para aventuras políticas, hoy es necesario gobiernos eficientes con una gran capacidad de renovación e innovación.
Estos argumentos, entre otros, despertaron la natural pasividad de mi critico interlocutor quien poco a poco entro en una profunda reflexión y de pronto exultante me dijo… “tiene que irte de inmediato a escribir, ¡estamos en la quemada! no le demos más vuelta, la gente tiene que ir a votar… tu columna se debe titular… ¡tugar tugar… salir a votar…!