El poder por el poder
Para nadie resulta sencillo hilvanar los acontecimientos del día a día con algún grado de coherencia. Las redes sociales, los medios de comunicación y los hechos mismos, nos están golpeando minuto a minuto y para quienes estamos en la categoría de “viejos tercios” es aún más complicado… no tenemos el manejo ni la estructura mental para decodificar las acciones y las reacciones del mundo político ante el acontecer diario….
Si alguien me hubiere dicho, aun en tono de broma, que “la oposición” iba a terminar apoyando a un personaje como el subsecretario Mahmut Aleuy… ¡no habría podido contener la risa! “Oh my God”, no solo lo apoyaron sino que además lo aplaudieron… ¡increíble a lo que hemos llegado!
Mayor es la sorpresa cuando, en mis tertulias compruebo que, en general, los participantes de más edad “entienden” el accionar de los políticos y que los jóvenes ni siquiera se cuestionan el tema… para ellos es “lo políticamente correcto” según los tiempos que se viven.
Que los viejos no veamos “más allá de nuestras narices” puede ser normal… pero que los jóvenes y los actores políticos (vigentes) interpreten la contingencia con tal “miopía” es… preocupante, porque es señal que avanzamos “a tientas y a locas”, en una suerte de desvarío donde las ideas carecen de profundidad y correlación.
Ante la abulia de mis parroquianos frente a la contingencia no me pude contener y pregunté ¿Se han detenido a pensar en los candidatos que tenemos para las próximas elecciones? El silencio me permitió continuar… “en la Nueva Mayoría (entiéndase la izquierda) encabeza las expectativas un relajado ´leedor de noticias´, sin más pergaminos políticos que ser el favorito en las encuestas, mientras que en Chile Vamos se proclama al “cómplice activo” (no pasivo) de la vuelta al poder de la señora Bachelet… como el mal menor”
“No les parece que las cúpulas partidistas de ambos conglomerados están actuando con la misma lógica política… ceder a todo otro interés que no sea alcanzar el poder, no importa con quien… porque hay que ganar ¡si o si!…”
Después de un análisis un poco más “trenzado” de las encuestas los mismos contertulios llegaron a la conclusión de que los “democratacristianos de tomo y lomo” (los que surgen y creen en el falangismo) debieran ser algo más que 4% y que, quienes creen en los principios de una sociedad fundada en valores como la libertad, el orden, la justicia, la igualdad de oportunidades, etc. también son algo más que el 4% que marca el candidato independiente que representa esas ideas.
Poco a poco mis aplicados feligreses se fueron aproximando a la idea de que existe un “voto oculto” -no declarado-, que se debiera manifestar en primera vuelta y que si ese fenómeno llegara a ocurrir… cambiaría radicalmente el panorama político nacional y se generaría un futuro político, económico y social más auspicioso para nuestra sociedad.
La conclusión fue categórica… “si no actuamos en conciencia, existe el peligro de que la política deje de actuar movida por valores y principios claros y transforme su leitmotiv en la búsqueda… del poder por el poder”.
Cristián Labbé Galilea