¡Mañana será otro día… el tiempo está corriendo!
Si en el último tiempo ha habido alguna coincidencia en la opinión pública, es que el domingo recién pasado (dos de junio) sería un día clave… pasarían cosas muy sugestivas y se resolverían temas que se habían venido gestando desde hace meses.
El día llegó. La “rojita de todos” nos enseñó una colosal lección de gallardía, de trabajo, de garra y de corazón. Nos mostraron que la unidad es algo posible, que sólo se necesita una “causa país” donde con respeto, tolerancia y humildad, se pueda pertenecer a “diferentes equipos” sin por eso destruir la armonía nacional. Claramente, debiéramos aprender que ese es el camino para dejar atrás la odiosidad, la intolerancia y avanzar en el logro de los grandes objetivos: crecer y derrotar la mediocridad, la desigualdad, la pobreza…
También fue el día de la primaria, actividad cívica y republicana que se dio en un marco diametralmente opuesto: día que pasaba, mayor era la inquina, la antipatía y la tirria entre los diferentes actores. Fue en los debates donde la actuación de los candidatos dio cuenta de cuán lejos estábamos de lo que podríamos llamar un estadista o un gobernante a la altura de las circunstancias.
Si con la roja todo era fiesta, con la política el tema se puso cargante… Se desató una cruzada de descalificaciones y una campaña del terror donde toda reunión, social, empresarial o del tipo que fuera, se transformó en el “ateneo” de improvisados analistas políticos que elucubraban sofisticadas teorías… por quién votar o qué pasaría si ganaba uno u otro. Por su parte, el gobierno, ni tonto ni perezoso, condimentó el ambiente restándole cobertura a la primaria… buscando que fuera poca gente a votar y con eso cuestionar la legitimidad de los elegidos.
Este fue un domingo extraordinario, infartante, casi paranoico. La rojita puso la pasión; la política la tensión y una vez más se dio la máxima: “nada nuevo bajo el sol”. Las primarias salieron, a pesar de todo, como estaba previsto.
Vivido lo anterior, hay que tener claro que el gran tema político recién comienza, ahora viene lo bueno… ahora empieza la verdadera campaña presidencial (Primera Vuelta) donde los candidatos debieran desarrollar un denodado trabajo para captar al elector desencantado que buscará cualquier motivo para restarse… (Especialmente después del triste espectáculo de las primarias).
Mientras se discutía este punto, uno de los contertulio espetó: “es imperioso “marcar las tintas” en aquellos candidatos que no participaron en las primarias como el caso de J.A.Kast, que además de ser un personaje de “recambio”, no ha sufrido el desgaste de las primarias. Luego y con algo de excitación agrego: “es indispensable generar una potente estrategia comunicacional y en materia parlamentaria destacar la incapacidad, la ignorancia, y el desprestigio en que han caído “algunos honorables” que los inhabilita para que se sigan reeligiendo con tanta facilidad…” Fue el momento preciso en que otro parroquiano lo amonesto: “relájate… mañana con calma veremos cómo se sigue”.
No me pude contener y les recordé a mis contertulios que tal dicho, usado en nuestro país para “dejar las cosas para después”, en su génesis tenía un sentido diametralmente opuesto, siendo su origen un cuento español de un tuerto que, de día, recogía espárragos y que, en las tardes, cansado de buscar con poca luz, motivado y optimista de lograrlo al día siguiente, se consolaba con la expresión “mañana será otro día” y concluí diciendo: ¡señores, hasta mañana… el tiempo está corriendo!
Cristián Labbé Galilea.