Elecciones Municipales
Aunque parezca poco novedoso insinuar que la vida se nos va sin que advirtamos la diferencia entre lo verdaderamente importante y lo que por una u otra razón solo distrae, no lo es, porque en la actualidad, “cabalgando a lomo de la contingencia”, pasamos por alto lo que está más cerca de nuestra realidad y nuestra vida diaria, a causa de “estar en Babia” -algo que queda entre el «dolce far niente» y el «no quiero saber nada».
Preocupados de si cae o no Dilma en Brasil, de los ataques anti chilenos de don Evo para mejorar su popularidad, de saber cómo los americanos van a frenar a Trump en su carrera a la presidencia, de las medidas que adopta Macri para activar la economía argentina, olvidamos que en poco más de seis meses aquí en nuestro país tendremos elecciones municipales y no nos damos cuenta de cómo el oficialismo se moviliza para alcanzar resultados que le permitan enfrentar en las mejores condiciones las presidenciales y parlamentarias del próximo año.
Si nos damos el trabajo de observar con un poco de prolijidad lo que ocurre a nuestro alrededor podremos comprobar cómo en aquellas comunas donde la gestión de los alcaldes oficialistas ha sido ineficiente y donde se ha comprobado una pobre gestión, arriesgándose una derrota, se ha puesto en marcha una maquinaria político comunicacional destinada a seducir a los electores.
Con medidas propias de un circo se llama la atención sobre proyectos intangibles y se da rienda suelta a una vergonzosa intervención electoral a través de agentes territoriales que se camuflan de funcionarios municipales pero que no figuran como aumento de las dotaciones de los respectivos municipios.
Con “mucho ruido y pocas nueces”, dada la ausencia de proyectos en infraestructura, se publicitan y privilegian gastos que de manera alguna representan inversiones destinadas a aumentar el patrimonio comunal y que, por lo tanto, no tienen efectos en su crecimiento. Permisivos con el comercio ambulante, ineficientes en temas de seguridad, poco rigurosos con el funcionamiento ilegal de actividades en el espacio público y con una actitud asistencialista en sus decisiones, encubren un populismo ajeno a lo que el vecino espera del municipio moderno.
Las actuales administraciones comunales llevan ya tres años y medio en funciones y es hora de que el vecino evalué en su globalidad la calidad de la gestión realizada. Lo que no se hizo en este tiempo no lo harán en el corto periodo que queda, y lo que han hecho mal, seguirá siendo malo: no hay razón para creer que en los pocos meses que quedan… la gestión mejore.
Es la hora de la verdad, la hora de ejercer el derecho de hacer que las cosas cambien. Si no lo hacemos con convicción y compromiso, no podremos construir desde la base misma de nuestra sociedad un mejor destino para nuestras comunas, nuestras regiones y en definitiva, para nuestro país y su gente. Llego la hora de actuar y movilizarse, dejemos de lamentarnos y de esperar que otros hagan lo que a cada vecino corresponde hacer.
Si los ruidos de la contingencia “no te dejan ver el bosque”, ¡reacciona! Tienes el deber de definir qué camino escoger, y ¡hacer que las cosas pasen!
Por Cristián Labbé Galilea.