¿Rapanui: La copia feliz del edén?
Lejos de la contingencia, caminando por Tahai, lugar sagrado y ceremonial de Isla de Pascua, en compañía de un amigo nativo con quien me une una vieja amistad, buscamos respuesta a esas preguntas que surgen en momentos y lugares mágicos. Después de largas cavilaciones sobre lo humano y lo divino, terminamos revisando la lista de problemas que afectan a la isla. Fue entonces cuando, a modo de conclusión, mi “tahina” (amigo) me espetó: “Lo que pasa es que, como somos muy pocos votos, las autoridades continentales no van a mostrar nunca un real interés por Rapanui y eso lo perciben con claridad los Rapa, por lo que, para llamar la atención, han ido extremando sus acciones”.
Me atrevo a anticipar que, respaldado por las muchas veces que he estado en la isla, de no mediar una acción concreta y real del oficialismo, la movilización en Pascua va ir aumentando en forma exponencial hasta llegar a extremos parecidos a los de La Araucanía. Con el agravante de que aquí las tareas de orden de la autoridad, por escasez de medios y por su condición insular, son muy limitadas, permitiendo que un grupo reducido de activistas pueda generar acciones de gran impacto político y comunicacional, como por ejemplo: la ocupación de la pista del aeropuerto Mataveri y la toma de lugares turístico (Orongo, Ranu Raraku, Tongariki) y de propiedades privadas y públicas (Hotel Hanga Roa, Gobernación Provincial).
Lo delicado de esta situación es la vergonzosa ignorancia e insensibilidad que existe en las autoridades políticas nacionales respecto de la problemática de Pascua. La mayoría piensa que se trata de un inaceptable movimiento independentista, otros toman el camino fácil de “ningunear” al habitante local por su carácter y su forma de ser, pero los más actúan, o más bien no actúan, por desconocimiento de su cultura, su valor histórico y su importancia geopolítica. Lo anterior, sumado a una inexcusable falta de visión sobre la enorme potencialidad que tiene la isla.
Es lamentable tener que anticiparlo, pero mientras el gobierno central no tenga una visión integral y estratégica de las condiciones de Pascua, continuará respondiendo con “medidas de parche”, con lo cual las movilizaciones no solo no terminarán sino que irán aumentando, en frecuencia y en violencia. Los pascuenses aprendieron de “los conti” (chilenos continentales) que es la calle el “foro donde se consiguen las dadivas” en un gobierno que se distingue por ser asistencialista y reactivo.
El gobierno nacional debe dejar de tener una visión colonialista sobre la Isla y asumir una conducta integracionista de acuerdo a los tiempos que se viven. Un alto Comisionado para Isla de Pascua, que genere confianza entre los isleños y que tenga el respaldo político al más alto nivel, puede generar un plan de desarrollo estratégico de largo plazo que asegure el futuro sustentable de la isla.
El sueño de Atemu Tekena, rey de la isla de Pascua, y del marino chileno Policarpo Toro, que el 9 de septiembre de 1888 firmaron el protocolo para que la Isla pasara a integrar el territorio chileno, será una realidad solo si el gobierno potencia su actuar, tal como lo hizo en aquel entonces, cuando mandató al marino Toro a hacerse cargo del compromiso de los chilenos de integrar a la Isla como parte de la “copia feliz del edén”.
Por Cristián Labbé Galilea.