Alquimistas en La Moneda
Aun cuando una idea que se expresa con frecuencia es: “he perdido la capacidad de asombro… ya nada me sorprende”, lo cierto es que la realidad avanza por su propio imprevisible carril. Cada vez con más frecuencia el ingenio humano muestra su ilimitada capacidad para sorprender, no solo en la inventiva y creatividad fructíferas, sino especialmente cuando se trata de engañar: de ocultar fracasos y crear éxitos aparentes. Eso explica por qué muchos actores políticos están convencidos de que basta una publicidad “asombrosa” para que los problemas se resuelvan mágicamente.
Por ejemplo, nuestras actuales autoridades políticas buscan convencernos de que el período de ahogos que vivimos es parte de cualquier proceso de evolución y que de tanto en tanto surgen situaciones en las que todo parece desmoronarse. ¡Nada más natural!, aseguran: solo se concluye una etapa y se da paso a una nueva. Si algo nos parece un desastre que termina siendo “mucho, pero mucho, peor de lo que se esperaba”, para el gobierno ¡solo se trata de una etapa más que termina!
Cosa increíble, dos percepciones verdaderamente maravillosas aseguran que el “homo sapiens chilensis” no solo está vivo sino que además se encuentra en evolución… ¡Pero si nada le sorprende, quiere decir entonces que tampoco es tan fácil engañarlo! Algo tan obvio y simple es absolutamente ignorado por los “esotéricos hechiceros” del gobierno, quienes cual góticos alquimistas buscan transformar el barro de cualquier fracaso en algo que brille como el oro, que luzca. “Harry Potter y la Piedra Filosofal”… pero a la chilena, donde los malos (Voldemort) buscan dar con la mítica piedra tan solo para conseguir aumentar su poder y su autoridad.
Si alguien aún no cree que “la práctica oficial de la alquimia” últimamente ha sido clave en la estrategia del gobierno para convencernos de que las cosas pueden transmutarse de fracaso en éxito por obra y magia de esta maravillosa disciplina, revisemos algunos casos donde se comprueban sus extraordinarias propiedades:
Si le cambiamos el nombre al Transantiago… se acaba el problema de una plumada.
Si hacemos una millonaria película sobre el gobierno… todo lo malo lucirá exitosamente.
Si reducimos la presencia de la prensa en los viajes presidenciales… no habrá más funas.
Si la reforma laboral queda para marzo… por ahora seguimos bien.
Si el Partido Comunista cuestiona la justicia… los tribunales no se dan por enterados.
Si el Ministro del Interior reconoce que él no manda… el Administrador de La Moneda sigue en palacio.
Si la Presidente va de paseo a la Araucanía… (¿Debió llevar a Burgos?). Etcétera.
Lo que parecen olvidar nuestras “alquimistas autoridades” es que esta mágica disciplina fue popular en China, India, la Edad Media, pero hace muchos… muchos años. Hoy no es tan fácil impresionarnos… Hay suficientes factores para recordarnos que estamos vivos y en movimiento…, que no hemos perdido la fuerza interior que nos permite enfrentar la adversidad…, que la “evolución” no nos ha idiotizado, y que una actitud optimista nos permite entender que podemos cambiar las cosas de verdad y no en forma ilusoria.
grande Alcalde, el mejor funcionario público de Chile