S.M. Rey Felipe VI le paró los carros en seco al republicano catalán Francesc Homs, con un firme “esto se acabó”.
Complejas han sido las reuniones que Su Majestad el Rey de España, ha sostenido con “líderes” políticos cuestionados, para conformar un gobierno para el conflictivo país, que está dividido por grupos con altos intereses de poder, que hasta pretenden dividir Estapa, con tal de mantener su poderío o intereses personales. El Rey, quien es la figura por lejos mejor evaluada por el pueblo español, ha debido hasta permitir que un joven dirigente se de el lujo de tutearlo y tratarlo del “ciudadano Felipe de Borbón”, olvidando que se refiere al Rey de España y Jefe del Estado.
La reunión mas tensa en que el Rey impuso su rol constitucional, fue con Francesc Homs, quien no ha cumplido muchos compromisos con el monarca y que incluso se permitió comenzar la reunión con el Rey, intentando reprocharlo por no recibir a la republicana catalana nueva presidenta del Congreso Catalán, la que incluso en mas de una oportunidad, se ha dado el lujo de insultar al Rey.
Fueron tan solo 80 minutos, pero bien podría haber durado tres horas. El Rey tenía munición de sobra para desahogarse sobre el dirigente republicano independentista catalán, Francesc Homs, quien todavía hoy tiene dificultades para interpretar lo ocurrido el pasado miércoles.
El líder y portavoz de la antigua Convergència (CDC), hoy Democràcia i Llibertad (DiL), arrancó la audiencia con S.M. el Rey, expresando su malestar por la decisión del Monarca de no haber recibido a la presidenta del Parlament catalán, Carme Forcadell, para que le comunicara la investidura de Carles Puigdemont como nuevo presidente del gobierno de catalunia, pero acto seguido, antes de que el nacionalista pudiera recuperar el resuello, Felipe VI contraatacó con un torrente de reproches. Jamás lo hubiera imaginado.
Felipe VI vino a decirle que esto se acababa, que no iba a permitir más vivas a la República ni más desplantes a la Jefatura del Estado, que el hipotético desaire a Forcadell suponía una nadería comparado con la humillación constante a su persona en Cataluña amparada por las autoridades de la Generalitat. Según relata el propio portavoz de DiL a sus próximos, el Rey no dio pie a concesión alguna. Le esperaba con la lección bien aprendida y una lista de alusiones ‘ad hominem’. Le recordó encuentros pasados y conversaciones hoy traicionadas. Tenía detalles, fechas, nombres… Apenas le dejaba un hueco para escabullirse. Homs quedó impactado la reunión con el molesto Monarca.
Felipe VI abandonó su habitual tono protocolario para recibir al líder nacionalista. Son por todos conocidas las limitaciones con que la Carta Magna encorseta su figura, tal y como se encargó de recordar en su discurso de 19 de junio de 2014, día de la proclamación, cuando dijo que ”yo soy un Rey constitucional“, pero también sería ingenuo ignorar lo mucho que se juega en este envite. Igual que está obligado a cumplir su mandato legal, que no es otro que facilitar la elección del presidente del Gobierno, igual de cierto es que en cualquier momento se puede ver obligado a proponer a un candidato a la investidura condicionado por los nacionalistas y débil para frenar la escalada secesionista impulsada desde el Palacio de la Generalitat de los catalanes.
El Rey está necesitado de expresar con símbolos lo que la Constitución le impide encarar factualmente. Como recordaba José Antonio Zarzalejos, los gestos del jefe del Estado deben de ser coherentes ”con el comportamiento tanto de la presidenta del Parlament como del de la Generalitat, el actual y el anterior, y lo son también con el rigor y severidad que el Rey debe mostrar en un conflicto que afecta al núcleo duro de su función simbólica”.